Turismo responsable

El impacto del turismo de masas en los núcleos históricos de las ciudades nos inquieta a todos.

Selene Trillo

1/30/20252 min leer

a person's hand on a moss covered tree trunk
a person's hand on a moss covered tree trunk

El impacto del turismo de masas en los núcleos históricos de las ciudades nos inquieta a todos. Aún recuerdo aquellos tiempos cuando utilizaba la catedral de Santiago como atajo para esquivar la lluvia. Cruzaba desde la puerta de “Azabacherías” hasta la puerta Oeste, atravesando el Pórtico de la Gloria, para llegar al Obradoiro y de allí al Campus sur de la Universidad. Todas las puertas estaban abiertas y la catedral era nuestra.

Recuerdo también la primera vez que expliqué la catedral a un grupo de turistas. El brillo de mis ojos se reflejaba en las pupilas emocionadas de una mujer que me escuchaba atentamente. Su emoción atravesó las piedras, se fusionó con la espiritualidad del órgano barroco, y penetró en el alma de todos los presentes. En ese momento mágico, agradecí al destino que me hubiera tocado con su “barita” y me permitiese ejercer esta profesión.

Me pregunto a menudo, cuando contemplo la belleza de una gárgola desafiante, si algún día los hijos de mis hijos, y los hijos de estos, tendrán el privilegio de contemplarla en su naturalidad golpeada por el tiempo y por la historia. Cuando miro con los ojos de deseo la alegoría de la ciudad sobre los caballos mojados en Platerías, me pregunto si tanta harmonía puede ser arrebatada al mundo entero y me aferro desesperada a la tradición de tomar los vinos como quien sabe que tendrá fin.

¿Es Santiago nuestro o del mundo? Esta es una cuestión difícil de resolver, y, lamentablemente, no se puede responder con poesía, aunque lo deseara. El reto está en gestionar la economía, la sostenibilidad, el cuidado del patrimonio y, sobre todo, la convivencia equilibrada de todos los intereses. Me surge, sin embargo, una idea: sin la preservación del alma de estos lugares, sin que las generaciones futuras puedan experimentar una fracción de lo que hoy sentimos nosotros, nada podremos atraer, más que hordas de turistas que, como el viento, se desplazan sin entender lo que tienen frente a ellos.

La responsabilidad de nuestro trabajo en este campo nunca ha sido tan grande ni tan urgente. Como un mandato ancestral, escucho en mi mente las sabias palabras de mis antepasados, quienes ya hablaban de los desafíos de la sostenibilidad, de la necesidad de un equilibrio económico y de la importancia de mantener intacta nuestra identidad. Es un trabajo sensible, pero también fundamental para que el alma de nuestras ciudades históricas siga viva para las futuras generaciones. No podemos permitir que la esencia de lo que somos se diluya entre ruido, concienciar al turista es parte de nuestro trabajo, transmitir el lenguaje de las piedras y nuestra identidad para que sean corresponsables de la preservación de la cultura, las ciudades pertenecen a los que viven en ellas, la cultura es patrimonio de todos.